Aprender a tocar un instrumento supone una considerable mejora en torno a las habilidades del lenguaje, la memoria y la conducta.
Según estudios recientes, la práctica musical promueve la plasticidad del cerebro, esto demuestra que puede ser modelado a través de la experiencia músical; Aquí destacan los instrumentos de cuerda ya que para lograr velocidad en los dedos, se requiere entrenamiento mental.
Es por esto que los especialistas aconsejan la formación musical para aumentar la inteligencia en los niños, por ejemplo, se presentan beneficios en las habilidades de lectura y escritura, por lo que se vuelve imperioso para niños que tienen dificultades con estas.
Tocar un instrumento favorece la disciplina y ayuda a superar miedos. También, ayuda a entrenar el oído y llevar a su máximo potencial la concentración del niño. Y eso no es todo, esta destreza influye en la seguridad, amplía relaciones sociales y genera compromiso, paciencia y organización.
Teniendo en cuenta lo anterior, la práctica de instrumentos de cuerda desarrolla habilidades no solo motrices, si no también ayuda en la estimulación de habilidades cognitivas de los niños, las cuales se dividen en distintas etapas según la edad.
De 3 a 4 años: en esta edad, el niño se encuentra en la primer parte de la etapa preoperacional, en la que el niño aprende a usar símbolos y palabras para pensar, y a solucionar problemas de manera intuitiva, para esto, la práctica de los instrumentos de cuerda estimula habilidades de esta etapa en especial la Imitación Diferida ya que en la música, la imitación es muy importante, desde melodías sencillas hasta sonidos e intenciones, el niño adquiere pensamiento musical a base de la imitación y práctica.
De 5 a 6 años: aquí el niño llega a la segunda parte de la etapa preoperacional en la que fortalece las habilidades aprendidas y desarrolla nuevas como el pensamiento representacional, en la que el niño aprende a asociar sonidos, movimientos, dinámicas y tiempos con los diferentes signos e indicaciones en la notación musical, para luego pasar a la siguiente etapa de desarrollo.
De 7 a 12 años: Esta etapa es de las más importantes, pues es la etapa de las operaciones concretas, en esta, el niño aprende las operaciones lógicas de seriación, de clasificación y de conservación, en esta etapa, el pensamiento está ligado a los fenómenos y objetos del mundo real, aquí, el niño es capaz de reconocer con más facilidad la notación musical y aplicarla al instrumento, desarrolla habilidades como la seriación gracias a los signos en las partituras y la clasificación discriminando diferentes alturas, timbres y formas en la música.
A partir de los 11 años, se entra en la última etapa del desarrollo cognoscitivo (según Piaget), la etapa de las Operaciones Formales, en esta el niño aprende sistemas abstractos del pensamiento que le permiten usar la lógica proposicional, el razonamiento científico y el razonamiento proporcional, aquí la música estimula el pensamiento lógico e instrumentos como los de cuerda, permiten que el niño desarrolle un pensamiento músical, gracias a mecanismos de abstracción y apropiación que hace de las distintas melodías, ya sea repitiendo las, cantadas, tararearlas y jugar con ellas.
Cómo mencionamos al principio, no es un secreto para nadie que la educación musical temprana conlleva invaluables beneficios para el intelecto y desarrollo de los niños; en el área de guitarra y violín, buscamos estimular estás habilidades en nuestros niños para fortalecer su desarrollo cognoscitivo utilizando el arte como herramienta.
