De repente el lugar se llena de pequeñas niñas vestidas de colores pastel, con el cabello tenso y bien recogido, emocionadas y con ganas de aprender, ha llegado el sábado, a pesar del cansancio de la semana los papás de estas pequeñas se han levantado temprano y les han dado la oportunidad de venir a cumplir su sueño, asistir a clase de ballet.

Pero, ¿Qué es lo que pasa allí dentro? ¿Qué es lo que hace mágico este espacio para las niñas?

Cuando una niña llega por primera vez a la clase ballet, en casi todos los casos la expectativa es la misma, vestirse de rosado, adornar el cuerpo con un bello tutu, girar, levantar las piernas etc. Con el pasar de los días la experiencia se vuelve mucho más que eso.

Comprenden que llevan una trusa rosada, lila, azul o blanca no como un adorno, sino porque es ropa que les permite moverse cómodamente, que llevan zapatillas porque les ayudan a no resbalar y caer, llevan el cabello recogido porque los movimientos acaloran y así estarán más cómodas.

La clase de ballet se plantea como un mundo de posibilidades en el que se busca que las niñas aprendan a reconocer su cuerpo desde las posibilidades que les brinda, su cuerpo que no solo se ve hermoso con el atuendo, sino que les permite caminar, correr, saltar, rodar y cada parte de él es única, expresiva y capaz de cosas que ellas nunca hubieran imaginado, son fuertes, flexibles y ágiles y así como cada clase pueden superar retos también existe la posibilidad de no lograrlo al primer intento pero siempre habrá otro chance. Así mismo, durante el proceso de auto conocimiento se abre la posibilidad para que cada una de ellas conozca a la otra, se acerque a la diferencia y reconozca que todos los cuerpos son distintos, tienen distintas formas, maneras de moverse, habilidades y dificultades.

A través del reconocimiento de sus compañeras se busca que las niñas vivencien la construcción de un espacio compartido, aunque la danza es una disciplina que puede estudiarse y entrenarse individualmente es una de las manifestaciones artísticas que emerge y se desarrolla a partir de la construcción colectiva y es bajo esta premisa que se plantea el escenario de nuestra clase para las niñas, como cada una de ellas puede aportar, participar y expresar su sentir frente a los retos que cada clase plantea y su vez puede escuchar a la otra y vivir una experiencia conjunta.

El ballet en edades tempranas es la posibilidad de que cada niña aprenda a ser, a sentir, a jugar, a expresarse, a moverse sin etiquetas y normas, a pesar de que esta disciplina es una de las más técnicas y codificadas que existen en la danza, consideramos que se le debe ofrecer a las niñas como una oportunidad entender cuan fuertes pueden llegar a ser haciendo algo que le gusta, que se pueden ser bellas, vanidosas, y vestir de rosado pero también se pueden ser fuertes y arriesgadas porque su cuerpo es suyo y solo ellas ponen los límites.